Moria: La vergüenza de ser europeo
Laura Ramón Andréu
El fuego se proclama vencedor en Moria y las 13 mil personas que subsistían en el campo de refugiados de la isla de Lesbos despiertan en la calle sin comida, agua ni un sitio para dormir.
AFP Photo. Angelos Tzortzinis
La policía griega utiliza gases lacrimógenos para dispersar a los refugiados en Lesbos.
La catástrofe estaba anunciada. No es la primera vez que las llamas se abrían paso entre los caminos de Moria. El mayor campo de desplazados de Europa, donde malvivían aquellos que partían desde Turquía y lograban la travesía por el Egeo hasta que la tierra se encontraba de nuevo bajo sus pies, ha sufrido incendios parciales en múltiples ocasiones. Sin embargo, esta vez ha ardido todo. Según un comunicado difundido por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), cerca del 80% del centro ha terminado arrasado.
Las entidades humanitarias llevaban años advirtiendo de las necesidades de esas 13 mil personas y de una situación insostenible que debía solucionarse con urgencia.
Una urgencia a la que Europa decidía oír, pero no escuchar.
Los refugiados han pasado noches al raso en algunas carreteras o arcenes. Sin alimento. Sin agua. Sin menos de la nada que ya tenían. Una realidad crítica que afecta directamente a los cuatro mil niños y niñas que residían en Moria. Entre ellos, a los 400 menores no acompañados que aún se hallaban en el campo los han trasladado a la parte continental de Grecia con motivo de una operación que ha financiado la Unión Europea.
Todavía se desconoce qué ocurrirá con el resto de los damnificados. Esta incertidumbre ha llevado a los refugiados a generar protestas pacíficas en busca de una solución a largo plazo y no únicamente pasajera como la que había aprobado el Gobierno griego de habilitar un nuevo campamento como del que huían donde las condiciones eran inhumanas (obligándoles a compartir un retrete a 150 personas y una ducha a 500). La respuesta de la policía helénica a este movimiento ha sido la de dispersar a los manifestantes (entre los que se encontraban niños) mediante gases lacrimógenos.
La comisaria europea de Interior, Ylva Johansson, ha afirmado este jueves que la falta de una política común de asilo y migración es parte del problema de lo ocurrido en Moria. "El fracaso de la anterior comisión de llegar a una política europea común de asilo y migración es también parte del problema", ha expuesto. "A veces decimos que Europa no tiene una crisis migratoria y ahora mismo no la tenemos, pero algunos migrantes están en crisis y esa ha sido la situación en algunos de estos campos".
Los gobiernos de la Unión Europea deben dar apoyo inmediatamente a Grecia en la reubicación de todas las personas que buscan asilo desde los campos de refugiados de las islas a sitios seguros en el continente. Es primordial que se dé una respuesta sincronizada, humana y eficiente en la que actúen todas las autoridades competentes en busca de una solución inminente.
La mayor vergüenza de Europa tiene remedio pero quizá hemos pasado demasiado tiempo sin querer ver una realidad que intentamos distorsionar.
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